Quien haya leído las entradas anteriores sabe que no he navegado mucho a bordo del Tiranopapo, pero lo he tenido en casa durante más de un año, lo he transportado durante casi 900 kilómetros, lo he botado y sacado del agua un par de veces, lo he tenido amarrado y evidentemente, aunque poco, he navegado con él.
Creo que estas pequeñas experiencias con el Tiranopapo, unidas a las vividas años anteriores como propietario de otros veleros, como regatista en 470 y como patrón en diferentes charters vacacionales son aval suficiente para poder manifestar con bastante acierto las ventajas y desventajas de este popular modelo de vela ligera conocido como Pastinaca.
Requiere un mantenimiento mínimo y sencillo, esponja, agua dulce y “Fairy”, resultando muy fácil la instalación de herrajes, “gadgets” y mejoras hasta para un manazas como yo.
Versatilidad en el programa. Su diseño le permite navegar a vela, remo y motor. La instalación de chumaceras y de un banco transversal para poder ejecutar su propulsión a remo no resulta complicada. Según el manual de la embarcación, esta está diseñada para poder acoplarle un motor fueraborda de hasta 20 cv, convirtiendo el Pastinaca en un auténtico bote a motor. Esto último, y sin poner en duda la veracidad del astillero no deja de sorprenderme. El Tiranopapo en concreto, lleva acoplado un Mercury 3.3 que va muy bien y al que nunca he llevado al límite, pero si hoy tuviese que elegir motor, posiblemente compraría uno con menos caballos y menos peso. En realidad solo lo uso dentro de las tranquilas aguas del puerto.
Tanto el transporte por carretera, la manipulación del barco sobre el remolque, y las maniobras para echar y sacar el barco del agua resultan sencillas. En las condiciones ideales de mar en calma y disponer de una rampa adecuada, una sola persona puede desarrollar todo el proceso.
Su jarcia fija ausente de crucetas, de aparejos de flexado, trapecios, enrolladotes, etc, permite a dos personas arbolar en menos de 5 minutos.
La forma en que tuve amarrado el Tiranopapo me obligaba a embarcar por el castillo de proa, todo un error, pues cuando su superficie esta mojada es una auténtica pista de patinaje. Hay que evitarlo y embarcar por la bañera.
Una vez a bordo, arrancado el motor y soltadas las amarras, el Mercury 3.3 desarrolla una potencia a medio régimen más que suficiente para avanzar por las aguas del puerto, fuera de este, con viento y ola en contra hay que subir potencia y equilibrar pesos para compensar el balanceo.
Con el Mar en calma no supone ningún problema ponerse en pie, danzar sobre la cubierta y comenzar a aparejar velas y escotas para dejar preparado el barco para navegar a vela.
El barco se desenvuelve bien en cualquier rumbo. En cuanto a intensidad eólica, lo ideal, como en cualquier vela ligera es navegar en el segmento de fuerzas 2 y 4 (E. Beaufort). Con vientos a partir de fuerza 4 navega mejor de través y al largo que en ceñida, pero con los pesos bien colocados, con la superficie vélica adecuada y con un trimado correcto, navegará a cualquier rumbo y con cualquier intensidad de viento de las comprendidas entre fuerzas 1 y 6. Por otro lado, navegar con vientos superiores no es aconsejable en vela ligera (S. Sleight), y con inferiores cualquier barco es un corcho.
Seguro que no me equivoco al decir que el precio y la popularidad de los Pastinaca han tenido un peso determinante en la decisión final de los propietarios a decantarse por este modelo. Posiblemente el origen de su popularidad este en el acierto de su más que probado diseño que le hizo ser un barco de referencia en muchísimas escuelas de vela de la geografía española. En cuanto a su ajustado precio, algo tendrá que ver su espartano minimalismo en el aparejo, así como que sus herrajes, poleas ó tapas de registro no son “high tech.“ Esto que en principio parece una desventaja, en mi caso lo he aprovechado para mejorar y personalizar el barco.
Creo que estas pequeñas experiencias con el Tiranopapo, unidas a las vividas años anteriores como propietario de otros veleros, como regatista en 470 y como patrón en diferentes charters vacacionales son aval suficiente para poder manifestar con bastante acierto las ventajas y desventajas de este popular modelo de vela ligera conocido como Pastinaca.
Requiere un mantenimiento mínimo y sencillo, esponja, agua dulce y “Fairy”, resultando muy fácil la instalación de herrajes, “gadgets” y mejoras hasta para un manazas como yo.
Versatilidad en el programa. Su diseño le permite navegar a vela, remo y motor. La instalación de chumaceras y de un banco transversal para poder ejecutar su propulsión a remo no resulta complicada. Según el manual de la embarcación, esta está diseñada para poder acoplarle un motor fueraborda de hasta 20 cv, convirtiendo el Pastinaca en un auténtico bote a motor. Esto último, y sin poner en duda la veracidad del astillero no deja de sorprenderme. El Tiranopapo en concreto, lleva acoplado un Mercury 3.3 que va muy bien y al que nunca he llevado al límite, pero si hoy tuviese que elegir motor, posiblemente compraría uno con menos caballos y menos peso. En realidad solo lo uso dentro de las tranquilas aguas del puerto.
Tanto el transporte por carretera, la manipulación del barco sobre el remolque, y las maniobras para echar y sacar el barco del agua resultan sencillas. En las condiciones ideales de mar en calma y disponer de una rampa adecuada, una sola persona puede desarrollar todo el proceso.
Su jarcia fija ausente de crucetas, de aparejos de flexado, trapecios, enrolladotes, etc, permite a dos personas arbolar en menos de 5 minutos.
La forma en que tuve amarrado el Tiranopapo me obligaba a embarcar por el castillo de proa, todo un error, pues cuando su superficie esta mojada es una auténtica pista de patinaje. Hay que evitarlo y embarcar por la bañera.
Una vez a bordo, arrancado el motor y soltadas las amarras, el Mercury 3.3 desarrolla una potencia a medio régimen más que suficiente para avanzar por las aguas del puerto, fuera de este, con viento y ola en contra hay que subir potencia y equilibrar pesos para compensar el balanceo.
Con el Mar en calma no supone ningún problema ponerse en pie, danzar sobre la cubierta y comenzar a aparejar velas y escotas para dejar preparado el barco para navegar a vela.
El barco se desenvuelve bien en cualquier rumbo. En cuanto a intensidad eólica, lo ideal, como en cualquier vela ligera es navegar en el segmento de fuerzas 2 y 4 (E. Beaufort). Con vientos a partir de fuerza 4 navega mejor de través y al largo que en ceñida, pero con los pesos bien colocados, con la superficie vélica adecuada y con un trimado correcto, navegará a cualquier rumbo y con cualquier intensidad de viento de las comprendidas entre fuerzas 1 y 6. Por otro lado, navegar con vientos superiores no es aconsejable en vela ligera (S. Sleight), y con inferiores cualquier barco es un corcho.
Seguro que no me equivoco al decir que el precio y la popularidad de los Pastinaca han tenido un peso determinante en la decisión final de los propietarios a decantarse por este modelo. Posiblemente el origen de su popularidad este en el acierto de su más que probado diseño que le hizo ser un barco de referencia en muchísimas escuelas de vela de la geografía española. En cuanto a su ajustado precio, algo tendrá que ver su espartano minimalismo en el aparejo, así como que sus herrajes, poleas ó tapas de registro no son “high tech.“ Esto que en principio parece una desventaja, en mi caso lo he aprovechado para mejorar y personalizar el barco.
Olvidaba decir algo sobre el gran valor añadido del Pastinaca que es su armario de proa, perdón, su tambucho. Aparte de ser un "guardatodo", y cuando digo todo, creedme que es todo, su cierre hermético le confiere un grado más en seguridad por el gran volumen de reserva de flotabilidad que aloja.