28 may 2009

Primeras impresiones

Quien haya leído las entradas anteriores sabe que no he navegado mucho a bordo del Tiranopapo, pero lo he tenido en casa durante más de un año, lo he transportado durante casi 900 kilómetros, lo he botado y sacado del agua un par de veces, lo he tenido amarrado y evidentemente, aunque poco, he navegado con él.

Creo que estas pequeñas experiencias con el Tiranopapo, unidas a las vividas años anteriores como propietario de otros veleros, como regatista en 470 y como patrón en diferentes charters vacacionales son aval suficiente para poder manifestar con bastante acierto las ventajas y desventajas de este popular modelo de vela ligera conocido como Pastinaca.

Requiere un mantenimiento mínimo y sencillo, esponja, agua dulce y “Fairy”, resultando muy fácil la instalación de herrajes, “gadgets” y mejoras hasta para un manazas como yo.

Versatilidad en el programa. Su diseño le permite navegar a vela, remo y motor. La instalación de chumaceras y de un banco transversal para poder ejecutar su propulsión a remo no resulta complicada. Según el manual de la embarcación, esta está diseñada para poder acoplarle un motor fueraborda de hasta 20 cv, convirtiendo el Pastinaca en un auténtico bote a motor. Esto último, y sin poner en duda la veracidad del astillero no deja de sorprenderme. El Tiranopapo en concreto, lleva acoplado un Mercury 3.3 que va muy bien y al que nunca he llevado al límite, pero si hoy tuviese que elegir motor, posiblemente compraría uno con menos caballos y menos peso. En realidad solo lo uso dentro de las tranquilas aguas del puerto.

Tanto el transporte por carretera, la manipulación del barco sobre el remolque, y las maniobras para echar y sacar el barco del agua resultan sencillas. En las condiciones ideales de mar en calma y disponer de una rampa adecuada, una sola persona puede desarrollar todo el proceso.

Su jarcia fija ausente de crucetas, de aparejos de flexado, trapecios, enrolladotes, etc, permite a dos personas arbolar en menos de 5 minutos.

La forma en que tuve amarrado el Tiranopapo me obligaba a embarcar por el castillo de proa, todo un error, pues cuando su superficie esta mojada es una auténtica pista de patinaje. Hay que evitarlo y embarcar por la bañera.

Una vez a bordo, arrancado el motor y soltadas las amarras, el Mercury 3.3 desarrolla una potencia a medio régimen más que suficiente para avanzar por las aguas del puerto, fuera de este, con viento y ola en contra hay que subir potencia y equilibrar pesos para compensar el balanceo.

Con el Mar en calma no supone ningún problema ponerse en pie, danzar sobre la cubierta y comenzar a aparejar velas y escotas para dejar preparado el barco para navegar a vela.

El barco se desenvuelve bien en cualquier rumbo. En cuanto a intensidad eólica, lo ideal, como en cualquier vela ligera es navegar en el segmento de fuerzas 2 y 4 (E. Beaufort). Con vientos a partir de fuerza 4 navega mejor de través y al largo que en ceñida, pero con los pesos bien colocados, con la superficie vélica adecuada y con un trimado correcto, navegará a cualquier rumbo y con cualquier intensidad de viento de las comprendidas entre fuerzas 1 y 6. Por otro lado, navegar con vientos superiores no es aconsejable en vela ligera (S. Sleight), y con inferiores cualquier barco es un corcho.

Seguro que no me equivoco al decir que el precio y la popularidad de los Pastinaca han tenido un peso determinante en la decisión final de los propietarios a decantarse por este modelo. Posiblemente el origen de su popularidad este en el acierto de su más que probado diseño que le hizo ser un barco de referencia en muchísimas escuelas de vela de la geografía española. En cuanto a su ajustado precio, algo tendrá que ver su espartano minimalismo en el aparejo, así como que sus herrajes, poleas ó tapas de registro no son “high tech.“ Esto que en principio parece una desventaja, en mi caso lo he aprovechado para mejorar y personalizar el barco.
Olvidaba decir algo sobre el gran valor añadido del Pastinaca que es su armario de proa, perdón, su tambucho. Aparte de ser un "guardatodo", y cuando digo todo, creedme que es todo, su cierre hermético le confiere un grado más en seguridad por el gran volumen de reserva de flotabilidad que aloja.

25 may 2009

Por el Mar de Arosa

Un poco presuntuoso resulta referirse al mar de Arosa cuando en realidad ninguna de las singladuras acometidas sobrepasó la línea comprendida entre Abanqueiro y la playa de las Conchas, puntos que bien pueden delimitar lo que es la pequeña ensenada de Rianxo. Pero al fin y al cabo y como bien se refleja en las cartas no deja se ser Mar de Arosa.

Hubo que esperar a la segunda semana de agosto para botar el Tiranopapo, el mal tiempo, los preparativos de última hora y las obligaciones familiares, que durante las vacaciones son más, no le permitieron tomar las aguas atlánticas hasta el día 13 de agosto, un día antes de que llegase Sofía, no fuese a ser que frunciese el ceño ó peor aún, aguantar su irónica sonrisita al descubrir a esas alturas de las vacaciones que el velero seguía sobre su carro en tierra.

Al no disponer de plaza de amarre ni de carro de varada, hubo que encontrar un lugar en el puerto donde poderlo dejar. Finalmente y gracias a mí amigo Ramón que preparo el fondeo y la línea, fue en la parte protegida de una escollera, amarrado a tierra y a un muerto entre otras embarcaciones de pequeña eslora. A pocos metros de allí lo habíamos botado sin problemas por una de las rampas del puerto, el motor, un Mercury 3.3 funcionó a la perfección en su estreno.

Aún tuvieron que pasar un par de días para que las salidas a navegar comenzasen a ser habituales. Estas consistieron en navegar más ó menos 5 millas entre el Puerto y las playas del término, por supuesto que entre ida y vuelta y dando el mayor resguardo razonable a las costa, no por el peligro de bajos sino por alargar el momento y el placer de navegar.

Así, día tras día se fueron repitiendo las mismas singladuras, unos días navegando por la mañana y otros por la tarde, normalmente navegábamos 2 adultos (incluyo a Sofía) ó 2 adultos y un niño. Se puede destacar que todas las veces que lo hicimos por la mañana fue con muy poco viento, el justo para apagar motor y avanzar. Sin embargo, los días que navegamos por la tarde, el viento llegó a soplar fresco, yendo de menos a más a lo largo de la tarde para caer a última hora de forma estrepitosa dejando una muy suave brisa tras la puesta de Sol.


Ensenada de Rianxo

Grumetes

Almiranta con grumetes

Pipón con grumetes

Spaghetti a pie de palo

18 may 2009

Hacia el Atlántico


Previo a la salida...



...por los campos de Castilla...


...previo a la llegada.

La primera semana de agosto de 2008 el Tiranopapo abandona la Meseta Castellana, 720 km le separan de su destino en el Norte de la Ría de Arosa.

Hasta ese momento el Tiranopapo había navegado en aguas del Levante peninsular y en un par de embalses de la cuenca del Tajo, en pocos días tendrá su bautismo atlántico.

El traslado, sin novedad.

14 may 2009

Armando un pastinaca (de Pastinaca verde a Tiranopapo)


Nos entregaron el Pastinaca sobre su remolque cubierto con una funda de plástico (de saco) y con todos sus pertrechos salvo el motor, la botavara y el palo dentro del cofre de proa.
Digo todos y me refiero a los básicos. Vela mayor y foque, stay y obenques, timón y orza, drizas y escotas, 3 pequeñas poleas, 2 tensores de obenques, 6 ó 7 grilletes, 3 pequeños cabitos y un par de remos telescópicos.

Lo adquirimos a finales de abril de 2007 y lo dejamos más de un año en el jardín de casa, la maldita legislación que afecta a la cuenca del Tajo y las obligaciones laborales y familiares no nos permitieron estrenarlo ni llevarlo ese verano a Galicia.

Después de estar un año a la intemperie la funda de plástico se había deteriorado mucho y la sustituimos por otra, en este caso de lona.

Por fin, en junio de 2008, aprovechando el revuelo de una regata open en El Atazar sacamos el barco de casa y pudimos estrenarlo.

Pronto advertí que al barco le faltaban algunas pequeñas cosas, es más, teniendo en cuenta que ese mismo verano si lo llevaríamos a Galicia, la lista de cosas aumentó.

Adquirimos el material de seguridad para Zona 7 (chalecos salvavidas, una bocina de niebla, un adhesivo del pabellón nacional, un achicador y un espejo de señales). La compra del material de fondeo la dejamos para más adelante, aún no sabíamos si el barco pasaría las vacaciones estivales amarrado, fondeado, varado ó sobre el remolque.

Además del material básico indicado, aprovechamos los pedidos a las tiendas náuticas para comprar más material que mejoraran el aspecto y la seguridad del Pastinaca. De esta manera lo dotamos con nuevas drizas y escotas, poleas de mayor diámetro, un stick para la caña, una lengüeta de seguridad para el timón, unas cornamusas, un bichero telescópico, una linterna, un bidón estanco y otro para combustible, un antirrobo del fueraborda, un par de defensas y un cierre con llave para el tambucho.

Ya no era aquel pobre Pastinaca verde que envuelto en plástico llegó a casa una mañana de primavera, ahora estaba personalizado y a falta de su bautizo oficial (dígase matriculación), se había convertido en el Tiranopapo.

A partir de ese momento toda nuestra ilusión estaba depositada en navegar con él en las aguas del Mar de Arosa.