1 feb 2010

7ª VI – 5 – 120 – 09 (ó Aviso a los navegantes)

Je, je, je…

Fin de capitulo.

32 meses después de adquirir mi Pastinaca, tras haber llamado a diferentes Capitanías, haber visitado un par de veces una de ellas, llamadas al astillero, al anterior propietario, al importador del motor, a un distribuidor, y finalmente decidir (¡gran decisión!) poner todo en manos de un profesional (gestoría). El Tiranopapo es oficialmente el Tiranopapo, con su registro, su folio y (como en su día sobre La Puebla dijo Valle-Inclán) toda la hostia.

No sé que hubiese pasado si el barquito en cuestión no hubiese tenido pocos años, placa de fabricante, manual original de propietario con sello y firma del astillero, contrato de compra-venta, copia de la factura, etc, etc…

Parece ser que el principal inconveniente fue no tener las facturas originales de la embarcación ni del motor, eran fotocopias. No es menos cierto que en el original del manual de propietario antes de la firma y sello del astillero venían los datos del primer propietario, el que me lo vendió, además, yo aportaba contrato y fotocopia del DNI de este señor. En fín, algo de eso debió valer junto con la inestimable ayuda de la gestora administrativa, curtida en mil batallas por las distintas capitanías del Norte peninsular.

En cualquier caso, cuento todo esto como presentación oficial oficialísima del Tiranopapo y como aviso a los navegantes. Me he impuesto el siguiente castigo: Escribir 100 veces la siguiente frase: “Nunca más volveré a comprar un barco usado sin matricular”. “Nunca más volveré a comprar un barco usado sin matricular”. “Nunca más volveré a comprar un barco usado sin matricular”. “Nunca más volveré a comprar un barco usado sin matricular”. “Nunca más volveré a comprar un barco usado sin matricular”. “Nunca más volveré a comprar un barco usado sin matricular”. . .